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La idea de En la calle con Sócrates nació en las calles de Atenas, con esas preciosas placas en griego con nombres de filósofos: Sokratous, Aristippou, Iraklitou, Platonos, Parmenidou, Diogenous, Pyrronos, Aristotelous… La idea era extravagante. ¿Y si en las calles atenienses dedicadas a los filósofos podemos encontrar el rastro de esos filósofos? ¿Y si la filosofía de Sócrates o Heráclito están en las calles Socratous e Iraklitou? ¿Qué pasa si recorremos Platonos con los ojos en la calle y la inteligencia en la filosofía de Platón? ¿Una peluquería en Faidrou, un café en Chrysippou o un taller de coches en Antisthenous pueden hacernos reflexionar sobre el Eros de Fedro, el estoicismo de Crisipo o el cinismo de Antístenes? ¿Puede haber alguna relación entre el monolito en memoria de Panagiotis Kanellopoulos en Xenocratous y Jenócrates de Calcedonia? ¿Tiene algo de especial la pescadería de la calle Karneadou?
Sócrates dice en el diálogo Fedón de Platón que los griegos viven agrupados en torno al mar como hormigas o ranas alrededor de una charca. Los turistas, como los viejos griegos, también solemos vivir como hormigas alrededor de las charcas de los monumentos, museos y lugares imprescindibles, y eso está bien porque por algo son imprescindibles. Pero también podemos aventurarnos un poco más allá de lo imprescindible. Más allá de la fascinante charca de la Acrópolis y de las tabernas de Plaka. Nos vamos a la calle con Sócrates.
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